La voz de Zihuatanejo

Opinion

¡YA BASTA DE TRANSFORMACIONES!

Eduardo Morán C.

Al ver la enorme desigualdad y rezago que durante siglos ha existido en este territorio, deberíamos cuestionarnos cuáles han sido los resultados de todas las transformaciones ocurridas en este querido y violento terruño.

Empecemos con la madre de las transformaciones, La Conquista, tanto por ser la primera como por sus alcances y consecuencias. ¿Qué beneficios trajo este trascendental evento al primer “pueblo bueno” de estos lares? NINGUNO, al contrario, pues los conservadores gobernantes aztecas junto con el “pueblo bueno”, pasó de golpe y porrazo a ser esclavos de los “fifis” españoles que los conquistaron. A final de cuentas, el gran perdedor de la transformación de todas las esferas de este territorio (social, económico, religioso, etc.) fue el primigenio “pueblo bueno”, que pasó literalmente de la plancha a la lumbre, pues los dejaron de destazar en una plancha para quemarlos a fuego lento.

Desde entonces las transformaciones en este territorio han consistido en cambiar a los camajanes que gobiernan, no las condiciones de vida del “pueblo bueno”.

Tres siglos después, ocurrió otra transformación en este territorio, La Independencia: Concretada por uno de los conservadores más odiados en el país que independizó, Agustín de Iturbide. Cabe señalar que esta transformación sólo pudo ocurrir por el apoyo que obtuvo don Agustín de las élites más conservadoras de ese momento, haciendo gala de una habilidad política notable, logró que la iglesia, los hacendados, los criollos y el casi extinto movimiento guerrillero de Vicente Guerrero se pusieran de acuerdo para logar la independencia de México. ¿Pero que obtuvimos los ya mexicanos de esta transformación? De entrada, otro imperio, lo que en sí para la época no era malo, lo malo es que poco después gracias a que la mentalidad de los mexicanos no se transformó, al cabo de solo 27 años y 33 presidentes perdimos la mitad de nuestro territorio. De tal suerte que esta transformación solo benefició al “pueblo bueno” que vivían más allá del río Bravo, los que se quedaron de este lado siguieron igual de fregados. Conquistados o independientes siguió siendo lo mismo para la cualquierada.

Poco tiempo después ocurre la siguiente transformación, La Reforma: Conservadores vs Liberales. Lucha de dos élites por el gobierno de este maltrecho y mutilado país, aderezado todo esto con una invasión, un nuevo imperio, una nueva guerra y el triunfo de los liberales. ¿Qué trajo todo esto a la mayoría de habitantes del país? Bueno, pues una serie de leyes que como hoy siguen siendo letra muerta. Una serie de reformas que si bien cohesionaron y dieron forma al país, finalmente no trajeron mejores condiciones de vida para el “pueblo bueno”, y lo más importante, no transformaron la mentalidad del mexicano, pues la tranza, el agandalle, la ignorancia, la irresponsabilidad, impunidad y desigualdad siguieron campeando por estos lares.

La transformación siguiente fue La Revolución: Lucha iniciada por don Francisco I. Madero en contra del “fifí de los fifis”, Porfirio Díaz. Sólo le toma a don Francisco 6 meses derrotarlo y desterrarlo, lo que viene después es una lucha descarnada por el poder. En ese periodo se asesinan entre sí los prohombres de esta gesta, siendo hasta mediados de 1928 que asesinan al reelecto presidente Obregón que las aguas empiezan a calmarse, eso sí, después de más de 1 millón de “pueblo bueno” muerto o desaparecido. Lo que sale de esta carnicería no son filetes para los jodidos, a pesar de que se promulgó una Constitución de avanzada, de repartirse tierras a diestra y siniestra, creándose después el IMSS, el ISSTE, la SEP, etc. Lo que anula todos los beneficios de estas medidas, es que junto con ellos también surge la “mafia del poder”. Contrario a la opinión generalizada, me perece que no es el PNR (abuelo de lo que queda del PRI) quien la crea, sino la “minoría rapaz” de ese entonces, conformada por la élite política, militar, empresarial, comercial, religiosa, así como muchos vivales del “pueblo bueno”, destacándose entre estos últimos los líderes sindicales y regionales. Algo que a pesar de tantas transformaciones no se ha transformado. Pensemos que ya ha habido expropiaciones, reforma agraria, seguridad social, desarrollo estabilizador, educación gratuita, TLC, etc., y sin embargo después de más de 100 años de régimen nacional revolucionario y alternancia, el “pueblo bueno” sigue sumido en la pobreza, ignorancia y marginación.

Concluyendo: Si desde que en este territorio se pagaba con semillas de cacao, hasta hoy que los hacemos vía internet, todo, absolutamente todo ha cambiado, ¿Por qué las condiciones de vida del “pueblo bueno” siguen siendo las mismas? Si ya cambiamos el origen de los gobernantes, la dependencia de éstos, las relaciones con Dios, la forma de acceso al poder, la propiedad de los bienes nacionales, el sistema educativo, la seguridad social, las comunicaciones, el comercio, las libertades y todo lo demás que se nos ocurra, ¿Por qué la mitad de los habitantes del país siguen estando en nivel de lastimosa pobreza? ¿Será que el problema del país no está arriba como afirma el presidente, sino abajo? Por lo tanto, quizás lo que requerimos cambiar no es sólo a la minoría rapaz, sino a la mayoría del mal llamado “pueblo bueno”.

Hoy AMLO pretende una nueva transformación, pero desgraciadamente piensa hacerla barriendo otra vez de arriba hacia abajo, cuando el problema parece que no está arriba sino abajo. ¿Por qué no podemos entender que nuestros gobernantes surgen de la sociedad que somos? Por lo tanto, sólo puede actuar de acuerdo a los valores que rigen y aprende en esa sociedad. No es la minoría rapaz la que ha cometido la mayoría de los 310 mil asesinatos, secuestrado a 16 mil y cometido 11 millones de robos en lo que va del siglo, y si no han sido ellos, entonces tiene que ser el mal llamado “pueblo bueno”, pues en este país sólo hay 2 clases de ciudadanos los “fifis conservadores” y el “pueblo bueno”.

Parece que requerimos transformar la actitud del “pueblo bueno”, y ojo, hablo de su actitud no de su educación, pues cuando ese “pueblo bueno” traspasa la frontera norte de inmediato la cambia, se vuelve respetuoso de leyes y normas, trabajador, responsable y solidario. Saben que haya nadie les va a regalar dinero, que no existe jóvenes construyendo el futuro, ni becas para el bienestar, ni jóvenes escribiendo el futuro de educación superior, ni programa para el bienestar de las personas adultas mayores, ni etc., etc. Entienden que si quieren comer tienen que trabajar, y que su sueldo dependerá de su productividad, puntualidad y responsabilidad, no de una palanca, recomendación o servilismo. Pero además y sobre todo, saben y les consta que si violan las leyes no serán acusados con sus mamacitas o será un “fúchila, guácala” su castigo; lo más probable es que sean detenidos y sancionados por ello. Son estos dos factores los que realmente transforman al “pueblo bueno”. No es que allá haya más y mejores leyes, la diferencia es que allá normalmente se aplican, mientras aquí los niveles de impunidad rondan el 98%. Eso es lo que transforma al “pueblo bueno”.

Por último, otro factor importante para realizar una verdadera transformación del “pueblo bueno” es la educación, sin embargo, nuestro presidente pretender transformarla cediendo a las demandas y presiones de los maestros que peor educan en el país, asegurando plaza de maestro a secuestradores y becando a los mediocres. En fin, parece que tendremos una transformación más para que el “pueblo bueno” quede igual.

Así como en Estados Unidos la guerra de secesión no trajo la igualdad a los negros, acá la conquista, independencia, reforma y revolución, no trajo mejores condiciones de vida para el “pueblo bueno”, por lo tanto Sr. Presidente ¡Ya basta de transformaciones! Meritocracia y cero impunidad son los cambios que se requieren, logre eso y “me canso ganso” que las condiciones de vida del “pueblo bueno” se transformarán.

Es todo…

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