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MÉXICO 68

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Ramiro Arturo Barrera MorenoEl dos de octubre de 1968 en México, es una fecha que para muchos ha quedado en el olvido, sin embargo lo que sucedió debe ser conocido por todos quienes habitamos este país, infortunadamente al parecer los mexicanos carecemos de memoria histórica y por ello estamos condenados a que quienes nos gobiernan actualmente, cometan actos similares a nuestro pasado reciente. La represión de los movimientos populares ha sido una constante en las políticas de los gobiernos que hemos padecido hasta ahora.Para entender lo que sucedió en ese movimiento estudiantil-social de 1968, donde fueron asesinadas muchas personas, la mayoría jóvenes estudiantes y otros fueron reprimidos, perseguidos y encarcelados, convirtiéndose en un parteaguas de nuestra historia, les ofrezco una cronología de los hechos:CronologíaEl 22 de julio se registró una pelea entre estudiantes de la Vocacional 2 y de la preparatoria particular Isaac Ochoterena, en la Ciudadela (los “Araños” contra los “Ciudadelos”). Al día siguiente, en represalia, los estudiantes de preparatoria apedrearon la Vocacional 2. En este enfrentamiento se ponía de manifiesto la antigua rivalidad que existe entre las vocacionales, pertenecientes al Instituto Politécnico Nacional (IPN), y las preparatorias incorporadas a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).El 26 de julio una manifestación de estudiantes que conmemoraba la Revolución Cubana, se encontró con otra organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), que protestaban por la intervención policíaca durante la pelea entre alumnos de la Vocacional 2 y los estudiantes de preparatoria. La manifestación fue reprimida duramente por la policía.El 27 de julio, los estudiantes tomaron las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM, como una manifestación de protesta ante los enfrentamientos ocurridos entre granaderos y estudiantes.El 29 de julio la policía y el ejército rodearon planteles escolares de la Preparatoria Nacional y del IPN, sobre todo en el centro de la ciudad. Con un disparo de bazooka fue destruida una puerta colonial de la Preparatoria 1 (San Ildefonso), muchos estudiantes resultaron heridos y hubo muchos detenidos. Varios planteles de la Escuela Nacional Preparatoria fueron tomados por las fuerzas públicas.El 30 de julio, en la Ciudad Universitaria, el rector Barros Sierra izó la bandera nacional a media asta y las transmisiones de Radio UNAM concluyeron temprano, en señal de luto por los hechos de los días anteriores.El 1o. de agosto el rector encabezó una manifestación que, desde Ciudad Universitaria que recorrió la avenida Insurgentes hasta Félix Cuevas, dobló por ésta hacia avenida Coyoacán y regresó por la avenida de la Universidad al punto de partida, concluyendo con un mensaje del ingeniero Barros Sierra. El presidente Gustavo Díaz Ordaz, en un discurso pronunciado en Guadalajara, ofreció su “mano tendida” a quien quisiera estrecharla. Al día siguiente fue creado el Consejo Nacional de Huelga (CNH), formado por estudiantes y maestros de la UNAM, el IPN, las escuelas normales, el Colegio de México, Chapingo, la universidad Iberoamericana, el colegio La Salle, y algunas universidades estatales.El 4 de agosto, el movimiento estudiantil ya había elaborado un pliego petitorio que invalidaba el de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), y contenía los siguientes puntos:1. Libertad a los presos políticos.2. Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. (Instituían el delito de disolución social y sirvieron de instrumento jurídico para la agresión sufrida por los estudiantes).3. Desaparición del Cuerpo de Granaderos.4. Destitución de los jefes policíacos.5. Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.6. Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.El 13 de agosto, se realizó una gran manifestación -de alrededor de 150,000 participantes- al Zócalo, que partió del Museo Nacional de Antropología. Se sumaron al movimiento estudiantes del Conservatorio Nacional y de la Normal Superior. El CNH declaró que la FNET no representaba al estudiantado.El 22 de agosto el gobierno declaró que tenía la mejor voluntad de dialogar con representantes estudiantiles. Profesores y estudiantes respondieron afirmativamente, siempre y cuando el diálogo se realizara en presencia de la prensa, la radio y la televisión.El 27 de agosto salió una manifestación de alrededor de 300,000 participantes, desde el Museo de Antropología hasta el Zócalo, donde los estudiantes permanecieron en la plaza e izaron una bandera rojinegra a media asta. En la madrugada, quienes permanecieron allí fueron desalojados por el ejército. Al día siguiente hubo un acto de desagravio a la bandera nacional, al que asistieron trabajadores al servicio del Estado.El 1 de septiembre, el presidente rindió su cuarto informe de gobierno.El 13 de septiembre tiene lugar la “marcha del silencio”, una manifestación de más de 250,000 personas, en donde todos iban en silencio para evitar que la policía pusiera como pretexto la provocación por parte de los estudiantes.El 18 de septiembre el ejército ocupó la Ciudad Universitaria; hubo decenas de detenidos.El 19 de septiembre, el rector protestó por la ocupación militar y encabezó una manifestación, la primera en la que la rectoría de la UNAM apoyó explícitamente al movimiento, la ocupación duró 12 días. La Cámara de Diputados, en voz de su líder Luis M. Farías, atacó al rector Barros Sierra, quien presentó su renuncia, sin que le fuera aceptada.El 23 de septiembre se enfrentan las fuerzas del gobierno y los estudiantes en el Casco de Santo Tomás, campus principal del IPN.El día 27 de septiembre se realiza un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, ahí se invita a otro mitin que se llevará a cabo el 2 de octubre, en ese mismo lugar a las cinco de la tarde.El 1 de octubre se reanudaron las labores de investigación, administración y, parcialmente, las de difusión cultural en la UNAM. El CNH decidió mantener la huelga escolar. Primera conferencia de prensa convocada por el Consejo Nacional de Huelga de la UNAM.La tarde del 2 de octubre de 1968, un día después de la salida del ejército de los campus de la UNAM y del IPN, miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.Mientras tanto, el ejército vigilaba, como en todas las manifestaciones anteriores, que no hubiera disturbios, principalmente porque el gobierno tenía temor de que fuera asaltada la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores.Por su parte, miembros del Batallón Olimpia (cuyos integrantes iban vestidos de civiles con un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda) se infiltraban en la manifestación hasta llegar al edificio “Chihuahua” donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas.Cerca de las seis de la tarde, casi finalizado el evento, un helicóptero sobrevoló la plaza del cual se dispararon bengalas, presumiblemente, como señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia apostados en el edificio “Chihuahua” abrieran fuego en contra de los manifestantes y militares que resguardaban el lugar, para hacerles creer a éstos últimos, que los estudiantes eran los agresores. Los militares en su intento de defenderse, repelieron “la agresión de los estudiantes”, pero ante la confusión, los disparos no fueron dirigidos contra sus agresores, sino hacia la multitud de manifestantes que se encontraban en la plaza de Tlatelolco.Muchos manifestantes que lograron escapar del tiroteo se escondieron en algunos departamentos de los edificios aledaños, pero esto no detuvo al ejército, que sin orden judicial, irrumpieron a cada uno de los departamentos de todos los edificios de lo que conforma la Unidad Tlatelolco, para capturar a los manifestantes.Aún se desconoce la cifra exacta de los muertos y heridos. El gobierno mexicano manifestó en 1968 que fueron sólo 20 muertos, tres años más tarde, la escritora Elena Poniatowska, en su libro La Noche de Tlatelolco publicó la entrevista de una madre que buscó entre los cadáveres a su hijo y reveló que por lo menos había contado 65 cadáveres en un solo lugar.Respecto a esta tragedia Elena Poniatowska escribió un artículo periodístico en el diario “La Afición”, días después de la masacre del 2 de octubre de 1968, el cual transcribo a continuación.“Lo cierto es que en México no se ha logrado precisar hasta ahora el número de muertos. El 3 de octubre la cifra declarada en los titulares y reportajes de los periódicos oscila entre 20 y 28. El número de heridos es mucho mayor y el de detenidos es de dos mil. A las cero horas aproximadamente dejaron de escucharse disparos en el área de Tlatelolco. Por otra parte, los edificios eran desalojados por la tropa y cerca de mil detenidos fueron conducidos al Campo Militar número 1. Cerca de mil detenidos fueron llevados a la cárcel de Santa Marta Acatitla, en esta ciudad. La zona de Tlatelolco siguió rodeada por efectivos del ejército. Muchas familias abandonaron sus departamentos con todas sus pertenencias después de ser sometidas a un riguroso examen y registro por parte de los soldados. Grupos de soldados de once hombres entraron a los edificios del conjunto urbano a registrar las viviendas. Al parecer, tenían instrucciones de catear casa por casa.Hasta ahora el número de presos que continúan en la cárcel de Lecumberri por los acontecimientos de 1968 es de 165.Posiblemente no sepamos nunca cuál fue el mecanismo interno que desencadenó la masacre de Tlatelolco. ¿El miedo? ¿La inseguridad? ¿La cólera? ¿El terror a perder la fachada? ¿El despecho ante el joven que se empeña en no guardar las apariencias delante de las visitas?… Posiblemente nos interroguemos siempre junto con Abel Quezada. ¿Por qué? La noche triste de Tlatelolco -a pesar de todas sus voces y testimonios- sigue siendo incomprensible. ¿Por qué? Tlatelolco es incoherente, contradictorio. Pero la muerte no lo es. Ninguna crónica nos da una visión de conjunto. Todos -testigos y participantes- tuvieron que resguardarse de los balazos, muchos cayeron heridos. Nos lo dice el periodista José Luis Mejías (“Mitin trágico”, Diario de la Tarde, México, 5 de octubre de 1968): “Los individuos enguantados sacaron sus pistolas y empezaron a disparar a boca de jarro e indiscriminadamente sobre mujeres, niños, estudiantes y granaderos… Simultáneamente, un helicóptero dio al ejército la orden de avanzar por medio de una luz de bengala… A los primeros disparos cayó el general Hernández Toledo, comandante de los paracaidistas, y de ahí en adelante, con la embravecida tropa disparando sus armas largas y cazando a los francotiradores en el interior de los edificios, ya a nadie le fue posible obtener una visión de conjunto de los sangrientos sucesos…” Pero la tragedia de Tlatelolco dañó a México mucho más profundamente de lo que lo lamenta El Heraldo, al señalar los graves perjuicios al país en su crónica (“Sangriento encuentro en Tlatelolco”, 3 de octubre de 1968): “Pocos minutos después de que se iniciaron los combates en la zona de Nonoalco, los corresponsales extranjeros y los periodistas que vinieron aquí para cubrir los Juegos Olímpicos comenzaron a enviar notas a todo el mundo para informar sobre los sucesos. Sus informaciones -algunas de ellas abultadas- contuvieron comentarios que ponen en grave riesgo el prestigio de México”.Todavía fresca la herida, todavía bajo la impresión del mazazo en la cabeza, los mexicanos se interrogan atónitos. La sangre pisoteada de cientos de estudiantes, hombres, mujeres, niños, soldados y ancianos se ha secado en la tierra de Tlatelolco. Por ahora la sangre ha vuelto al lugar de su quietud. Más tarde brotarán las flores entre las ruinas y entre los sepulcros”.

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